Hace 100 años ahora de la primera guerra mundial. Se ha escrito mucho sobre ella,
y nos da la sensación que con decir que murieron 9.000.000 personas se termina la cuenta.
Junto a estos 9.000.000 de héroes hubo otros héroes anónimos que también fueron
clave en esta guerra " LOS ANIMALES "
Esta guerra se recuerda como la guerra de las trincheras. Los perros fueron clave
para pasar mensajes entre trincheras.
Las palomas mensajeras
En el transporte
Y en el ataque
Lo insólito es que solo Inglaterra levanto un monumento a estos héroes anónimos
El conflicto militar que comenzó como un enfrentamiento localizado en el Imperio
Austro-Húngaro y Serbia el 28 de julio de 1914; se transformó en un enfrentamiento
armado a escala europea cuando la declaración de guerra austro-húngara se extendió
Veintiocho de ellas, denominadas aliadas o potencias asociadas y entre las que se
encontraban Gran Bretaña, Francia, Rusia, Italia y Estados Unidos, lucharon contra la
coalición de los llamados Imperios Centrales, integrada por Alemania, Austria-Hungría,
Imperio Otomano y Bulgaria.
Dicen que todo empezó con el atentado y asesinato, ocurrido el 28 de junio de 1914
del archiduque Francisco Fernando y su esposa la archiduquesa Sophie.
Fueron asesinados a tiros por Gavrilo Princip, miembro del grupo radical ‘La joven
Bosnia’ , mientras iban en un bonito coche de época de seis plazas al descubierto.
El General Portiorek fue el siguiente en poseer este maldito coche. Después de una derrota militar enorme y un amargo viaje a Viena, comenzó a tener problemas mentales y murió
en un manicomio.
El nombre de la siguiente persona propietaria de este coche no se conoce. Todo lo que se
sabe es que él era un capitán del ejército.
Un día mientras conducía el coche se encontró con dos campesinos que caminaban por la
carretera frente a él. Intentó esquivarlos y desviar la dirección del vehículo, ello hizo que se saliera de la carretera y chocara contra un árbol. Los tres murieron en el accidente.
El coche llegó hasta el gobernador de Yugoslavia. Durante el tiempo que tuvo este coche,
sufrió cuatro accidentes distintos en uno de los cuales perdió el brazo. Llegó a la conclusión
de que el coche traía mala suerte y su amigo el Dr. Srikis se lo compra riéndose de las
ideas de su amigo sobre el coche. A los seis meses de la compra, el Dr. Srikis moriría al
volcar con el coche.
Posteriormente, fue adquirido por Simón Mantharides, un joyero coleccionista de
antigüedades.
Al comprarlo como pieza de colección, no perdió la vida a su volante, pero se suicidó
seis meses después por causas desconocidas.
El Graef und Stift pasó a manos de otro coleccionista. Se trataba de un médico y, al parecer, comenzó a perder pacientes y a tener problemas económicos. Por este motivo, lo puso en venta.
El coche se convirtió en propiedad de un corredor suizo nada supersticioso: quería probar
que aquel modelo no era el portador de ninguna maldición. Tardó pocos días en morir en
carretera.
La historia más curiosa de este caso es la de un rico terrateniente residente en Sarajevo.
Un día, mientras paseaba feliz con su nueva adquisición, el Graef und Stift se quedó
parado sin motivo aparente. Cuando estaban atándolo a un carro de bueyes para
transportarlo al taller, aquel vehículo infernal se puso en marcha súbitamente, atropelló
a su dueño y cayó por un barranco.
Pero la ‘leyenda’ no termina aquí. Aún estando destrozado, Tiber Hirshfield, propietario
de un negocio de vehículos de alquiler, lo adquirió, lo restauró y lo pintó de azul.
Quizá esperaba que el cambio de color acabase con el maleficio.
No fue así. Las características de este modelo austriaco lo convertían en el coche perfecto
de una boda.
La primera vez que fue utilizado para este fin, trató de pasar una larga fila de coches
cuando el coche misteriosamente se salió de control y se estrelló.
Cuatro de los cinco murieron en el accidente.
Hirshfield, hacia las veces de chófer, fue su último dueño en fallecer.
Este coche maldito está expuesto en el “Heereschichtliches Museo de Viena”.
El edificio parecía un imán para las bombas aliadas en la II Guerra Mundial: la mayor parte
de la colección fue arruinada en la contienda.
Casi toda, menos el Graef und Sift de los archiduques de Austria: un perfecto superviviente
de la I guerra mundial.
Ahora y después de 100 años, y echando la vista hacia tras, uno se puede preguntar si
realmente no fue el coche el causante de la I guerra mundial.
Hasta pronto.
y nos da la sensación que con decir que murieron 9.000.000 personas se termina la cuenta.
Junto a estos 9.000.000 de héroes hubo otros héroes anónimos que también fueron
clave en esta guerra " LOS ANIMALES "
Esta guerra se recuerda como la guerra de las trincheras. Los perros fueron clave
para pasar mensajes entre trincheras.
Las palomas mensajeras
En el transporte
Y en el ataque
Lo insólito es que solo Inglaterra levanto un monumento a estos héroes anónimos
El conflicto militar que comenzó como un enfrentamiento localizado en el Imperio
Austro-Húngaro y Serbia el 28 de julio de 1914; se transformó en un enfrentamiento
armado a escala europea cuando la declaración de guerra austro-húngara se extendió
a Rusia el 1 de agosto de 1914; Finalmente, pasó a ser una guerra mundial en la que
participaron 32 naciones. Veintiocho de ellas, denominadas aliadas o potencias asociadas y entre las que se
encontraban Gran Bretaña, Francia, Rusia, Italia y Estados Unidos, lucharon contra la
coalición de los llamados Imperios Centrales, integrada por Alemania, Austria-Hungría,
Imperio Otomano y Bulgaria.
Dicen que todo empezó con el atentado y asesinato, ocurrido el 28 de junio de 1914
del archiduque Francisco Fernando y su esposa la archiduquesa Sophie.
Fueron asesinados a tiros por Gavrilo Princip, miembro del grupo radical ‘La joven
Bosnia’ , mientras iban en un bonito coche de época de seis plazas al descubierto.
Este fue el evento que dio inicio a la Primera Guerra Mundial y las primeras muertes
en las que el automóvil estuvo involucrado.
La leyenda cuenta que todos los dueños de este Graef und Stift han sido víctimas de la
mala suerte. El General Portiorek fue el siguiente en poseer este maldito coche. Después de una derrota militar enorme y un amargo viaje a Viena, comenzó a tener problemas mentales y murió
en un manicomio.
El nombre de la siguiente persona propietaria de este coche no se conoce. Todo lo que se
sabe es que él era un capitán del ejército.
Un día mientras conducía el coche se encontró con dos campesinos que caminaban por la
carretera frente a él. Intentó esquivarlos y desviar la dirección del vehículo, ello hizo que se saliera de la carretera y chocara contra un árbol. Los tres murieron en el accidente.
El coche llegó hasta el gobernador de Yugoslavia. Durante el tiempo que tuvo este coche,
sufrió cuatro accidentes distintos en uno de los cuales perdió el brazo. Llegó a la conclusión
de que el coche traía mala suerte y su amigo el Dr. Srikis se lo compra riéndose de las
ideas de su amigo sobre el coche. A los seis meses de la compra, el Dr. Srikis moriría al
volcar con el coche.
Posteriormente, fue adquirido por Simón Mantharides, un joyero coleccionista de
antigüedades.
Al comprarlo como pieza de colección, no perdió la vida a su volante, pero se suicidó
seis meses después por causas desconocidas.
El Graef und Stift pasó a manos de otro coleccionista. Se trataba de un médico y, al parecer, comenzó a perder pacientes y a tener problemas económicos. Por este motivo, lo puso en venta.
El coche se convirtió en propiedad de un corredor suizo nada supersticioso: quería probar
que aquel modelo no era el portador de ninguna maldición. Tardó pocos días en morir en
carretera.
La historia más curiosa de este caso es la de un rico terrateniente residente en Sarajevo.
Un día, mientras paseaba feliz con su nueva adquisición, el Graef und Stift se quedó
parado sin motivo aparente. Cuando estaban atándolo a un carro de bueyes para
transportarlo al taller, aquel vehículo infernal se puso en marcha súbitamente, atropelló
a su dueño y cayó por un barranco.
Pero la ‘leyenda’ no termina aquí. Aún estando destrozado, Tiber Hirshfield, propietario
de un negocio de vehículos de alquiler, lo adquirió, lo restauró y lo pintó de azul.
Quizá esperaba que el cambio de color acabase con el maleficio.
No fue así. Las características de este modelo austriaco lo convertían en el coche perfecto
de una boda.
La primera vez que fue utilizado para este fin, trató de pasar una larga fila de coches
cuando el coche misteriosamente se salió de control y se estrelló.
Cuatro de los cinco murieron en el accidente.
Hirshfield, hacia las veces de chófer, fue su último dueño en fallecer.
Este coche maldito está expuesto en el “Heereschichtliches Museo de Viena”.
El edificio parecía un imán para las bombas aliadas en la II Guerra Mundial: la mayor parte
de la colección fue arruinada en la contienda.
Casi toda, menos el Graef und Sift de los archiduques de Austria: un perfecto superviviente
de la I guerra mundial.
Ahora y después de 100 años, y echando la vista hacia tras, uno se puede preguntar si
realmente no fue el coche el causante de la I guerra mundial.
Hasta pronto.
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